En julio del 2016 empezamos a planear nuestro viaje a Europa, Julio (mi marido) tenía una competencia en Budapest en agosto del 2017. Con mucha ilusión fuimos planeando esta gran experiencia, que era de alguna manera un festejo por nuestros 15 años de casados. Por supuesto al saber que iría a Europa, se despertó en mí la idea de ir a visitar Schoenstatt, pero era un sueño tan grande que no le daba tanta manija porque me parecía muy difícil de concretar. Por eso me sorprendí tanto cuando mi esposo (quien no está en el movimiento) un día me dijo: – ¿Por qué no vas a Schoenstatt? ¡Ya que vamos hacia allá, deberías aprovechar!; la verdad ¡me sorprendió muchísimo!!!
Ni siquiera me había hecho la idea, cuando ya estaba todo coordinado. Todo se fue dando con una facilidad que era imposible no ver la mano de Mater en cada detalle, se iban abriendo los caminos, tanto fue así que pronto me encontraba en el avión rumbo a Frankfurt. Ahí me estaban esperando Teresita y Costantine, nunca antes los había visto, solo charlamos unas pocas veces por Whatsapp, me habían pasado su contacto porque necesitaba ayuda para comprar boleto del tren que me llevaría hasta Coblenza, ellos hicieron mucho más que eso, me recibieron con tanto cariño, me buscaron en auto y me llevaron a conocer por unas pocas horas su ciudad de residencia: Mainz, me ayudaron a comprar el boleto y nos despedimos en el andén con el corazón lleno de emoción, evidentemente nos unía una fuerte conexión, somos hermanos en Alianza de Amor, y ese vínculo es muy fuerte, lo pude comprobar ahí, al otro lado del charco, en una pequeña ciudad de Alemania.
El corto viaje a Coblenza me hizo notar mi nulo conocimiento de alemán, todas las indicaciones que daba la locutora del tren eran incomprensibles para mí, estaba un poco acobardada, como nunca entregada a la Divina Providencia pidiendo que me permita llegar en una pieza a Schoenstatt. Al llegar a la estación, tontamente, gesticulando y hablando en todos los idiomas que conozco, me acerco a un taxista, él me miraba con mucha paciencia esperando que terminara esa pantomima que estaba improvisando, y me dice en perfecto inglés: “lo único que tienes que decir es SCHOENSTATT aquí todos conocemos cómo llegar.” ¡Gloria al Cielo!! Otro ángel en mi camino.
Estuve en Schoenstatt durante 3 días, la mayor parte del tiempo estuve sola. Junto con mi rosario, un mapita y mi cámara, me dediqué a visitar la mayor cantidad de Santuarios que podía. La Hna. Andrea me acompañó y guió en la visita a la Casa del Padre y a la Iglesia de la Adoración. Toda la experiencia fue mágica para mí, entrar a algunos santuarios y estar a solas, poder rezar tranquila, entrar a otros y encontrarlos llenos de Hermanas de María rezando en algún idioma extraño, y lo más hermoso de todo fue cantar María de Alianza en el Santuario Original al final de la misa en alemán, en la que no atiné ni a decir Amén, pero por lo menos pude cantar.
Este viaje fue para mí un verdadero regalo, especialmente porque durante el 2017 como Rama nos preparamos para sellar nuestra Alianza Filial, y como cierre de estos talleres, preparamos un viaje a Florencio Varela, Argentina y Nueva Helvecia, Uruguay, para sellar en este último la Alianza Filial después de 80 años de haberse sellado ahí la primera. Este viaje coincidía con el mío y yo no iba participar de este cierre, pero la Mater tenía otro cierre para mí, como siempre, no se deja ganar en generosidad, y esta vez realmente se lució.