Queridos hermanos en la Alianza de todo el Paraguay:
El Domingo 28 de Abril se llevó a cabo tanto en la costanera de Asunción como en otras ciudades y diócesis del país la Marcha “un paso por mi familia”. La iniciativa había partido de la Arquidiócesis de Asunción y se fueron sumando progresivamente el resto de las comunidades diocesanas del país.
En la costanera de Asunción, según cálculos aproximados, se estima que asisitieron unas 45 mil personas. Por lo que he podido ver también en las otras ciudades del Paraguay las marchas convocaron asimismo a muchísimas personas. Ha sido realmente un evento comovedor y de gran trascendencia eclesial y social que tuvo repercusiones a nivel nacional. Había una atmósfera de fiesta, de alegría, de vitalidad y sobre todo de esperanza. En la Costanera el evento culminó con una multitudinaria Eucaristía junto al río, en la que pudimos reconocer a Jesús Resucitado, “en la fracción del pan” (Cfr Lc 24,35). En el día Nacional de la familia, en el Domingo de la Divina Misericordia y fiesta de la Beata María Felicia de Jesús Sacramentado, el cielo derramó abundantes bendiciones en todo el Paraguay.
QUISIERA DESTACAR LO SIGUIENTE:
1) En primer lugar quiero expresar mi sincero agradecimiento a cada schoenstattiano, a cada hermano en la Alianza que se hizo presente y dejó su huella en cada una de las marchas que se realizaron en todo el Paraguay.
Agradezco a todos los que valoraron esta iniciativa y se manifestaron haciéndose presente, incluso desafiando las inclemencias del tiempo. Agradezco a todos los miembros del Movimiento que estuvieron participando en la organización de las diversas marchas. Gracias por su compromiso y actitud de servicio abnegada y generosa.
El objetivo y el lema de nuestra Familia Nacional nos llaman a cuidar la vida y la familia y esto queremos hacerlo con obras, con gestos, con acciones reales, como leemos siempre en el Acta de Fundación: “con hechos concretos”. La realidad de hacernos presente, de estar como Familia de Schoenstatt en un evento de esta magnitud y trascendencia nacional, creo que es una forma bien concreta de vivir nuestro objetivo y nuestro lema. Sigamos poniendo lo mejor de nosotros para proseguir en esta línea.
2) Esta iniciativa fue convocada especialmente por nuestros Pastores de la Iglesia. De modo particular aquí, en la sede metropolitana, por nuestro Arzobispo Mons. Edmundo Valenzuela. Esta marcha, esta caminata, fue una hermosa vivencia en la que también pudimos experimentar y expresar la comunión eclesial, con tantos otros movimientos, congregaciones, comunidades parroquialas y diocesanas (fue también un hermoso testimonio eclesial ver familias, con jóvenes y niños, consagrados, religiosas, diáconos sacerdotes y obispos, manifestándonos todos por la vida y la familia).
Nuestro Padre Fundador nos enseñó con su coherencia de vida a “amar a la Iglesia”, y por tanto, hacernos presente, colaborar, participar activamente con nuestros hermanos en Cristo, en este tipo de eventos es una forma concreta de amar a la Iglesia. Sabemos que el tercer fin del Movimiento de Schoenstatt es constituir la Confederación apostólica universal, la unión y y coordinación de todas las fuerzas apóstolicas eclesiales. Esta gran misión, que nuestro Fundador heredó de san Vicente Pallotti, se concreta, si bien no exclusivamente, obvio, pero sí de modo especial en estos eventos en los que participamos, expresamos, y ayudamos a forjar la comunión eclesial compartiendo con los demás, dejándonos enriquecer por otros y aportando humildemente nuestra presencia y nuestro carisma.
3) Me pareció sumamente importante y fundamental manifestarnos por la vida y la familia. Schoenstatt, como movimiento que aspira, desde nuestros santuarios, a la renovación religioso-moral del mundo, tiene una responsabilidad urgente e insustituíble en lo que significa el cuidado de la vida y de la familia. María, nuestra querida Tupãsy de Tupãrenda, Madre de la Vida, Reina de las familias, nos impulse a dar lo mejor de nosotros para que Paraguay sea cada vez más una nación pro familia y pro vida. Que Ella, desde la fuerza de la Alianza de amor, nos lleve a construir la Nación de Dios, corazón de América.
Recemos con la oración de nuestro Padre: “Madre, con tu Hijo Divino, desciende a los camino de nuestra patria para que, siguiendo vuestras huellas, encuentre la paz verdadera y estable. Patria, solo tendrás salvación, si, en amor, te unes a María y a su Hijo. Amén”.
Saludos cordiales para todos desde el Santuario Joven. Con mi bendición sacerdotal.