Cuando me dijeron que cuente sobre mi viaje, pensé… tengo tantas cosas que decir ¡que no sé cómo resumir tanto en estas líneas! Espero lograr expresar lo mejor.
Quien pertenece a Schoenstatt habrá escuchado alguna vez sobre Milwaukee, el exilio del padre fundador, los años que estuvo… Siempre quise conocer el lugar -ya desde la Juventud Femenina- hasta que ese día llegó. Me había enterado en marzo de 2017 del viaje a través de unas amigas (Lucía y Rossana) de la Rama de Mujeres Profesionales, de la cual hoy día formo parte. Lastimosamente… no me coincidían los tiempos con mi trabajo como para ir (el viaje estaba programado para diciembre), así que solamente me tranquilicé y esperé a que la Mater y el PJK me den una manito en esto.
El cupo se llenó y ya no había lugares, así que veía irse mi deseo de viajar por dichas tierras, hasta que alguien en mayo de 2017 se bajó y cedió un único lugar. El problema era que sí o sí debía resolver si viajaba ese mismo día. Conversé con otra hermana de grupo si ella quería ir (porque las dos estábamos en espera) y me dijo que no podría. Así que confirmé yo ¡aún sin tener el permiso en el trabajo! Bueno ya saben quiénes se encargaron de todo (Les había emplazado a la Mater y al Padre José Kentenich, les había dicho que si querían que fuera, me solucionen todo porque ¡yo sola no podría!) así fue que pedí vacaciones con 6 meses de anticipación en el trabajo y me dieron la aprobación, junté el dinero y organicé mis cosas.
Los días antes del viaje fueron de sentimientos encontrados. Todo se ponía muy difícil y entonces empecé a pedir en las misas del santuario joven por mi viaje, tenía miedo que al final no pudiera ir pero a la vez estaba súper feliz porque tenía la plena convicción que me encontraría allá con el Padre Fundador, que no podía fallarle, él me esperaba, él nos esperaba.
Finalmente mis miedos desaparecieron y ¡nos embarcamos felices de la vida! No había nada que nos detuviera, allí teníamos un encuentro muy importante, en busca de nuestro milagro de Navidad ¡y yo creo que pedí como cinco!.
Fuimos 32 chicas incluidas 5 madres, nos recibió la Hermanita Margarita, quien hizo una montaña de capital de gracias con nosotras; antes y durante esos ocho días que estuvimos, de verdad es grandiosa y una campeona. En nombre de ella agradezco a cada una de las que nos dieron charlas y nos contaron sus experiencias personales con el Padre, como también las hermanitas que nos mimaron en nuestra estadía (Hna. Petra, Hna. Virginia, Hna. Eileen, Hna. Paulette, Hna. Jean y muuuuchísimas más)
Mi primera experiencia fue conocer el Santuario Internacional en la ciudad de Waukesha, del estado de Wisconsin, EEUU. En ese lugar percibí que las hermanitas cantan como ángeles. Todas las mañanas tuvimos misa en la casa de las hermanas y eso nos motivaba para el día.
La segunda experiencia fue conocer el Santuario del Exilio en la ciudad de Milwaukee, la oficina del Padre, el cementerio donde hacia sus caminatas y la casa del movimiento donde se realizaban las reuniones de los lunes por la tarde. Aquí pudimos conversar en dos charlas con el Matrimonio Horn y el Matrimonio Fenelon, dos matrimonios con tanta riqueza espiritual, humildad y gran corazón.
La tercera experiencia fue conocer el Santuario Nacional y primer santuario en EEUU, el de Madison.
La cuarta experiencia y ya con muuuucha nieve fue conocer el Lago Michigan, como también la Iglesia San Miguel.
Otro lugar que pude conocer fue la casa del padre en Waukesha, tomamos chocolate caliente ahí en una amena charla entre todas.
Creo que en cada lugar las huellas del Padre nos indicaban hacia donde quería él dirigirnos. En cada paso que dimos definitivamente estaba presente, ¡había demasiados mensajes por todos lados! No nos perdimos ningún detalle.
Si tuviera que describirlo en pocas palabras, diría que fue ir al cielo. La felicidad que experimenté y que aún sigue latente hoy día es inexplicable. Cerrar los ojos por un momento y pensar en lo que viví me hace el día sin lugar a dudas.
Si pienso en mi idea original -que era encontrarle al Padre- la verdad es que sí lo encontré en cada detalle, en cada charla, en cada lugar y momento. Él pudo hablarnos en el corazón, y más especialmente en el Santuario del Exilio, en donde sellaron alianza algunas chicas y nosotras renovamos nuestro poder en blanco. Así también recordarnos la promesa de que pase lo que pase Dios tiene un plan perfecto para cada uno.
Ahora tenemos una gran tarea que nos dejó nuestro padre fundador: ¡Que por nosotras el Cielo toque la Tierra! No piensen que queda muy lejos, lo podés vivir aquí y ahora.