¡Sí Padre, apóstoles por la vida y la familia!

Como matrimonios tenemos un gran compromiso que cumplir, siguiendo el objetivo para el bienio 2019-2020, “Vivir con coherencia como apóstoles del Padre cuidando la Vida y la Familia.

Este objetivo además del lema, fue presentado durante la Jornada de Arranque de la Liga Apostólica de Familias (LAF), que se llevó a cabo en el Santuario Nacional del Tupãrenda, el
pasado mes de marzo.

El encuentro estuvo marcado por el bullicio de numerosos matrimonios y familias ansiosos de iniciar su caminar en sus respectivos niveles y profundizar cada vez más en la maravillosa
pedagogía del Padre Kentenich.

“Hablar, vestir y actuar como Jesús y María, fortalecidos con la oración matrimonial diaria y la misa dominical”; “Firmes y alegres nos comprometemos a un apostolado matrimonial por la vida y la familia”, rezan los propósitos que debemos cumplir durante el presente año, de los cuales, el Padre Martín, hizo mención especial e hincapié durante su homilía.

EXTRACTO DEL MENSAJE DE LA CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA

Tomando a Jesús y a nuestra Madre como modelos y ejemplos a seguir, queremos reflejarnos, en nuestro comportamiento, sobre todo en nuestros actos, nuestra forma de hablar, nuestra forma de vivir, en lo que hacemos, nosotros debemos tener esa fuerza queridos hermanos, para poder
vivir esa coherencia, el propósito está formulado de forma muy clara, en la oración diaria matrimonial, en la misa dominical, al comenzar nuestro día en el Santuario Hogar, queremos orar juntos, o quizás al caer ya la tarde o al anochecer oremos juntos como esposos, ojalá también con nuestros niños, poder congregarnos como familia y poder rezar.

Qué hermoso para nuestra propia vida, qué hermoso testimonio también para todos nosotros, qué importante hacer de la misa dominical el centro de nuestra espiritualidad matrimonial y familiar, ahí la eucaristía como en esta que estamos celebrando, Jesús nos quiere regalar su cuerpo y su sangre para fortalecernos en el amor y así poder irradiar ese testimonio alegre y entusiasta de lo que es la vocación matrimonial; qué vocación tan hermosa y exigente, ser un signo del amor de Dios para el mundo, de dónde sacaremos la fuerza, precisamente de la eucaristía, que nos recuerda ese momento sublime en la vida del señor cuando Él dio la vida por amor, por eso la eucaristía es y debe ser siempre el fundamento de toda la familia cristiana, la oración matrimonial, la eucaristía dominical, esas columnas, qué son sólidos pilares de nuestra vida, se deben sostener, esa iglesia doméstica, que debe ser la familia cristiana y schoenstattiana.

Tanto el lema, como la formulación del objetivo nos llaman también al apostolado, en especial esos apostolados enfocados a cuidar la vida y la familia, estos grandes tesoros que nos han sido
dados por el Dios del amor, el Dios creador pero que sabemos que están hoy tan amenazados, están hoy tan pisoteados.

Por eso nosotros queremos decir ¡Sí Padre, apóstoles por la vida y la familia!, así dice nuestro lema. Como hijos discípulos de nuestro querido Padre fundador, nosotros queremos empeñar nos seriamente en cuidar, en proteger, en alentar, en hacer crecer la vida y la familia en todas las dimensiones posibles, dar amor y fidelidad a nuestros cónyuges, a cada uno de nuestros hijos, a los miembros de nuestra familia, el hecho de salir a trabajar cada día con amor y con esfuerzo, no solamente por ganarnos el pan sino para construir y hacer de nuestro país, esa nación de Dios que anhelamos, todo eso, queridos hermanos es un apostolado de primer orden y de máximap rioridad, pero también sabemos que hay muchísimas necesidades, hay hermanos que sufren, que reclaman nuestra solidaridad, entrega, apostolado, hay tantas situaciones que nos interpelan, que no nos pueden dejar indiferentes.

No estamos viviendo tiempos fáciles ni de bonanza, fuertes tormentas sacuden hoy la barca de la iglesia, como también la sociedad, pero nosotros no queremos permanecer de brazos cruzados,
queremos ser esos apóstoles del padre en estas cruzadas por la vida y la familia, queremos ofrecer con humildad y generosidad nuestras manos a nuestra Madre y Reina y decirle “Madre, en
Tupãrenda tus dones vas a entregar, con nuestras manos construye pueblo y familia de Dios”. Vivamos con coherencia como apóstoles del Padre, queridos hermanos, cuidando la vida y la
familia, por eso digamos todos juntos: “¡Sí Padre, apóstoles por la vida y la familia; sí Padre, apóstoles por la vida y la familia; sí Padre, apóstoles por la vida y la familia!”

¡Qué así sea!

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