El pasado 26 de marzo fue un día histórico para la Rama Familiar del Movimiento de Schoenstatt. Cientos de matrimonios acudieron al Santuario Nacional de Tupãrenda para la jornada de iniciación, y para conocer a sus hermanos y padres guías; tras dos encuentros previos; e iniciar así el maravilloso camino para convertirse en hombres y mujeres nuevos.
Los que presenciamos esa numerosa convocatoria, pudimos reconocer y recordar aquellas expresiones, pues años atrás, nos vimos en la misma situación de total incertidumbre, pero sobre todo de emoción, por acudir a ese llamado que nuestra Madre nos había hecho.
Más allá de la emoción matrimonial o familiar, me gustaría destacar los números, números para nada fríos, que demuestran que, ante una sociedad cada vez más agitada, que busca atentar contra la familia, existe una contrapartida, una fuerte y decidida respuesta, al entender que sin fe y sin una verdadera cercanía a Dios, nada es llevadero, porque somos individuos limitados en fuerza, entonces, con hechos reales, hemos decidido apostar a la familia y a su preservación.
“Vivir mejor cerca de Dios y la Mater”
Viviana y Niki Pampliega, Jefes del Nivel Introducción de Asunción y Luque, expresan su contento al ver tantos matrimonios acercarse a Dios y a la Mater.
“Mucha alegría nos causó ver tantos matrimonios participando en las jornadas de iniciación. Nos hace sentir mucha esperanza porque demuestra que los matrimonios tienen el anhelo de vivir mejor cerca de Dios y de la Mater. Tenemos certeza de que eso nos conduce a ser mejores personas, mejores esposos, mejores padres y por ende mejores familias, que es lo que tanto nuestra sociedad necesita”.
“Los mismos matrimonios nuevos han manifestado eso en sus primeras reuniones, hay mucha apertura y entusiasmo, eso es para nosotros y para el Movimiento no solo una esperanza, sino una fuente de mucha alegría y de mayor consciencia de la misión que nos encomienda la Mater para continuar con la obra de nuestro Padre fundador”.
¿Estamos preparados?
Ante este crecimiento tan visible en números, debemos interpelarnos necesariamente si los que llevamos más o menos años dentro del Movimiento ¿Hemos crecido orgánicamente, somos fieles a nuestros compromisos, estamos preparados?
Mirando al futuro, somos quienes dejaremos un legado a nuestros hermanos menores, ese mismo legado que estamos recibiendo hoy de nuestros hermanos mayores, quienes han luchado y siguen luchando por el Movimiento, por conquistar espacios y sobre todo corazones; el número de matrimonios nuevos que hoy vemos, es la suma del esfuerzo de muchos años, de mucha entrega, de arduo trabajo. Como Schoenstattianos estamos llamados a honrar el llamado de la Mater y demostrar la pedagogía del Padre Kentenich, no solo en las reuniones, no solo en nuestras casas, sino en nuestras acciones diarias, con libertad y elocuencia.