¡Pioneros de Schoenstatt, abran caminos!

“…no hay misión más grande en estos tiempos que la de reconquistar para la humanidad el corazón de niño que ha perdido.” -P. José Kentenich

Los días 5, 6 y 7 de diciembre se llevó a cabo el Campamento Tierra del Padre 2019, en el predio de Tupãrenda. Este campamento es la última actividad de la Rama de Pioneros de Schoenstatt, la cual acoge a todos los niños de 4°, 5°, 6° y 7° grado que quieran formar parte del Movimiento. Durante todo el año los Pioneros se reúnen cada sábado para aprender de temas respecto a la fe católica, valores cristianos y la pedagogía de Schoenstatt, a la vez que comparten juntos momentos de esparcimiento y recreación. Tierra del Padre llega a ser un gran acontecimiento para el final de cada año para los Pioneros; en el mismo se da un cierre a todo el contenido del itinerario pedagógico de la Rama, además de brindar una experiencia totalmente diferente de aprendizaje y diversión a los niños de cada grado. Éste es un campamento único y el más grande de su tipo, ya que unifica ocasiones de juego y dinámicas de entretenimiento al aire libre con actividades que invitan a los chicos a desarrollar su vida espiritual, mientras reciben cierta formación en los valores e ideales que busca Schoenstatt impregnar en el estilo de vida de los muchachos.

Lo que se busca, tanto en el campamento como dentro de la Juventud Masculina en sí, es que los niños, ya desde una edad temprana entiendan lo que es convivir en comunidad, uno de los conceptos importantes de la espiritualidad de Schoenstatt. La esencia y la idea de este concepto es la de vivir en, con y para el otro, todo esto en una común unión en Cristo, junto a la Mater. Se espera que a lo largo de todo el año y en el campamento los Pioneros logren juntos conquistar y ganarse unos símbolos particulares, dependiendo de su grado (mini peregrina, pañoleta, boina y cruz de espada), a los cuales se les atribuye distintas virtudes y temas que configuran la espiritualidad de la Rama; heroísmo, entrega, gracias del Santuario y el vínculo con María, entre otras.

Algo importante que destacar sobre el campamento de este año, es que fue la primera vez que se les incluyó a los niños de 4° de grado dentro de la Rama, por ende, fue la primera vez que en Tierra del Padre pudieron estar presentes oficialmente como grado. Fue una completa alegría el verlos formar parte de esta experiencia, pero,asimismo, significó un gran reto para todos los jóvenes que integramos el equipo organizador. Por supuesto, ir por primera vez a un campamento es usualmente difícil para cualquier niño, y más aún si es muy pequeño, dado que tiene que afrontar y asimilar variadas situaciones a las que no está acostumbrado: separarse de sus padres, enfrentar un nuevo ambiente, nuevos amigos, encargados que no conoce, comidas diferentes, rutinas y horarios distintos. No obstante, el campamento se desarrolló de manera estupenda, y los chicos pudieron adaptarse y aprovechar al máximo las diversas competencias y momentos que vivieron esos días, dejando de lado sus miedos y nervios.

Es relevante recalcar el núcleo de la importancia de realizar esta clase de vivencias. En esta época, los niños están cambiando sus hábitos y su mentalidad de modo alarmante, cada generación va acarreando nuevos desafíos y problemas. Entre ellos, uno de lo más graves es la pérdida de su inocencia y de la curiosidad, que viene dado en todos los ámbitos de su vida. Cada vez más los niños, hoy en día, se vuelven más individualistas, indolentes, apáticos, con una notable disminución en su capacidad de imaginar. Claro, no es el caso de todos los chicos, pero sí de una gran parte. Todo esto les afecta tanto a ellos personalmente como a las personas de su entorno cercano.

Y como si fuera poco, una de las complicaciones más resaltantes, probablemente la que más nos preocupó al analizar todo este año de la Rama, es que los niños se olvidaron de cómo ser niños, van perdiendo su corazón pueril. En otras palabras, se podría decir que actualmente se enfocan mucho más en aparentar ser adolescentes o adultos, en un intento desesperado de parecer mayores, sin darse cuenta de que siguen comportándose de manera inmadura. Por ejemplo, prefieren mucho más sentarse a jugar solos con sus celulares algún videojuego no apto para su edad, que realizar una actividad lúdica al aire libre. Aunque no es totalmente su culpa, ya que reciben una gran influencia de la tecnología y del contexto en el que viven.

Es ahí donde reside el enorme valor de este tipo de experiencias; los campamentos son a la vez un impulso y una invitación para los niños a ver la vida con otros ojos, y así lograr encauzarlos hacia un mejor estilo de vida. Hay un sinfín de virtudes y valores que estas experiencias despiertan en el alma de los chicos, como ninguna otra actividad. Ellos aprenden lecciones de vida más allá del aula; trabajo en equipo, apreciar la naturaleza, el desarrollo de la confianza, habilidades de liderazgo, valorar lo que tienen y a las demás personas, aprender a convivir y crear lazos afectivos, entre varias más.

Pero sin lugar a duda una de las mayores ventajas es que el campamento los ayuda, y a nosotros, a descubrir uno de los asuntos más valiosos relacionados a su crecimiento: el juego. El juego constituye un elemento básico en la vida de un niño. Ellos necesitan estar activos para crecer y desarrollar sus capacidades, el juego es importante para su aprendizaje y desarrollo integral, puesto que el verdadero método con el que ellos aprenden a conocer la vida es solo uno: jugando. Los juegos tienen carácter formativo y desarrolla en ellos las distintas capacidades físicas, sensoriales, mentales, afectivas, de creatividad e imaginación, de cooperación, habilidades sociales, entre otras aptitudes intelectuales, todo esto en el campamento en un contexto comunitario, gozando de un entorno natural. Pero lo peculiar de Tierra del Padre es que se trabaja, además del cuerpo y la mente, también el espíritu.

Para finalizar, se podría decir que el Campamento Tierra del Padre 2019 les devolvió a los chicos su corazón de niño, a través de una genial experiencia de aprendizaje y diversión, que los estimuló a abrir nuevos caminos en su vida. Además, nos ayudó a dimensionar que estos tiempos nos llaman a ocuparnos más de la manera en que los niños de esta generación están creciendo. Pero nos dejó también una gran enseñanza; que los niños para lograr crecer y desarrollarse íntegramente nunca deben olvidar quiénes son y su inconmensurable valor como niños.

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