Nuestra Revista Tupãrenda quedó desde este lunes sin su más experimentado asesor espiritual, el Padre Antonio nos dejó tras haber cumplido su fecunda misión para la «Nación de Dios» .
Hoy no solamente quedamos sorprendidos por su partida, que nos pareció rápida a pesar de su enfermedad y sus casi 80 años, nos quedamos también muy sorprendidos por la cantidad de personas que quisieron dar su agradecimiento hacia la persona de un sacerdote sencillo y entregado todo el tiempo a su misión de llevar a Cristo a los demás.
El Padre Antonio era de un hablar pausado y meditado. No había frase que salga de su boca que no parecía un consejo para atesorarlo. ¿Cuántas personas tuvieron la gracia de pasar el tiempo con él o de recibir en el sacramento de la reconciliación con una recomendación que se puede aplicar hasta hoy en día? Seguramente muchos más de lo que imaginamos.
Era también un prolífico escritor y sus obras quedan para la posteridad. Quedan sus libros para reconocerlo en cada párrafo de esa prosa sencilla y profunda, llena de buen humor, combatiendo la mala onda y el pire vai, como le gustaba decir. Educando con el ejemplo y siempre siendo claro en sus ideas.
Alguna vez dijo que antes de abrazar su vocación sacerdotal pensó en ser presidente de la República ¡Y qué presidente nos habremos perdido! Pero… ¡Qué gran sacerdote nos regaló en su persona el Señor.
Si hay una palabra que se repite en cada frase que se dedica al querido Padre Antonio Cosp es «gracias» y nosotros no queremos ser originales, también queremos agradecer por haber tenido a un Padre por tantos años al servicio de Schoenstatt. Estamos seguros que ahora ya goza de la vida eterna y que fue recibido por la Santísima Virgen que fue la que transformó su corazón y por medio de él a muchos de nosotros.